ELENA SANZ. MI NUERA ANTE DIOS.

ELENA SANZ. MI NUERA ANTE DIOS.

 

Elena es mi nuera ante Dios es la frase más utilizada para demostrar la afectuosa relación entre Elena e Isabel II, el mutuo cariño que se profesaban y la protección regia de la que la cantante pudo beneficiarse. 

Siempre se ha dado por hecho que Elena fue descubierta por Sofía Sesto y que estuvo bajo el amparo de la reina que becó su preparación artística en Italia y París. La propia Elena confesó que antes de su debut profesional estuvo preparándose durante dos años en el extranjero, pero esto es lo que ella decía de sí misma a los periodistas dentro de lo que podría considerarse como un engrosar su currículo y mejorar su perfil y, desde luego, no era algo que respondiese a la realidad.

De las afirmaciones anteriores con respecto a su descubrimiento por Sofía Sesto en la Nochebuena de 1870 ya lo tratamos en otro punto ( en el apartado de la pag. QUÉ DIJO DE ELLA JULITO BENALÚA) y quedó demostrado que era totalmente falso.

Con respecto a su afectuosa relación con Isabel II antes de su salida a Francia vuelve a ser una afirmación que tampoco responde a lo que hoy conocemos de ella. Para Elena, según sus declaraciones a una periodista francesa del Gil-Blas en enero de 1890, el momento cumbre en lo artístico antes de su salida fue un concierto celebrado, el día 3 de mayo de 1868, por el Infante Sebastián de Borbón en el palacio San Juan del Buen Retiro; el motivo no era otro que el compromiso de la Infanta Isabel con Cayetano de Borbón, Conde Girgenti.

Elena, junto a otros compañeros, tomó parte en aquel concierto como alumna del prestigioso Baltasar Saldoni. 

En la función estuvo presente toda la familia real y por tanto la principal invitada fue la reina Isabel II. Creemos que este fue el único momento en que ellas pudieron estar cercanas en el espacio-tiempo antes de que Elena abandonara España.

La futura amante real recordaría para el Gil-Blas cómo quedó registrada aquella velada en su memoria:

 

Ella cantó por primera vez, temblando hasta morir en su vestidito de pensionada, en casa del infante Don Sebastián. Toda la corte estaba allí ¡fue toda una ovación!

Regresó al convento con el cerebro encendido. ¿Sería pues verdad? ¿Verdaderamente sería ella una artista? ¿Podría reinar en el mundo como las grandes cantatrices de las que había visto los nombres en las piezas de música que le hacía estudiar Saldoni?

Según lo cuenta y hablando en tercera persona, parece que la sesión tuvo lugar cuando ella aún era una impresionable adolescente, pero lo cierto es que a la fecha ya era una muchacha de veintitrés años bien cumplidos. Quizá la razón que puede explicar el impacto que el reconocimiento del público le produjo fuera que, tomando su comentario por lo literal, estemos ante su primera representación casi pública.

Es muy posible que el verdadero y único puente entre la reina y ella fuese el político Martín Belda que pudo ponerlas en contacto en los primeros meses de 1872 con motivo del viaje de Elena a Viena.

Elena Sanz no fue descubierta por Sofía Sesto, no estuvo becada por Isabel II, ni se preparó durante dos años en Italia y París antes de su debut artístico. Podía haber aprovechado la entrevista del Gil-Blas para hablar de su estrecha relación con la reina en su juventud (o, en su defecto, de algún acontecimiento que las uniese) y no lo hizo, es por ello que pensamos que sus famosas visitas al Palacio Real antes de 1868, mientras no aparezca nueva documentación que las confirme, de nuevo son sólo eso: fábulas.

Finalmente, la contundente frase Elena es mi nuera ante Dios es harina de otro costal y debe ser tratada desde otro punto de vista y en distinto contexto.

 

 

Elena salió de España por primera vez en agosto de 1868. Llevaba cartas de presentación de su profesor Baltasar Saldoni para una audición con Rossini y posiblemente se decidió por la aventura animada y apoyada por otro antiguo alumno del maestro: el barítono Mariano Padilla y Ramos.

Su primer logro en la capital francesa fue conseguir ser recibida por el conocido compositor murciano Mariano Soriano Fuertes (paisano de Padilla y de la abuela paterna de Elena) y a primeros de septiembre al menos en una ocasión la escuchó Rossini. Durante todo septiembre y octubre sus esfuerzos se centraron en conseguir audiciones en las agencias y finalmente fue contratada para actuar con una compañía italiana por Verger. Sus primeras actuaciones tuvieron lugar en Chamberí (Saboya).

No obstante, para hacernos una idea de la inexperiencia y falta de mundo de aquella Elena próxima a cumplir veinticuatro años, la mejor fuente es ella misma, tal y como podemos comprobar en la carta, con fecha 2 de septiembre de 1868, que enviara a su hermana Dolores:

[…] Como la providencia es muy grande [palabra ilegible] nos encontramos a Eslava, a Fernández y Gonzálbez el cuestor, aun cuando Eslava no me conoce más que de vecindad, como aquí los españoles parecen hermanos, entramos en conversación y les dijimos lo que nos pasaba en el hotel Teres y entonces nos dijeron que no tuviéramos cuidado que encontraríamos buena habitación y barata porque lo otro era un escándalo; nos pusimos en marcha y llegamos a este Hotel que es el paraíso. […]

[…] En cuanto a París no es de extrañar que los franceses estén tan locos con él porque, chica, lo que he visto es una cosa tan magnífica que solo viéndolo se sabe lo que es, pero yo, a pesar de todo, os echo mucho de menos, particularmente a mi Nieves (no te resientas), que no me la puedo quitar un momento de la memoria.

Vamos a otra cosa: ya he visto a Soriano y Sra., que es bellísima y excesivamente amable, no sabes cómo nos recibieron. Anoche estuvimos allí y cantamos un rato con Padilla y Eduardo Deón, otro chico que toca admirablemente.

Padilla, el pobre chico no puedo decirte lo que trabaja, ya me ha hecho oír del asociado de Toffoli17, el cual me ha dicho que tenía magnífica voz y que cantaba muy bien. Uno de estos días me oirá Toffoli y el director del teatro de Moscow que está aquí, para lo cual me estoy preparando y Padilla me ha elegido las piezas siguientes: Raconto de Lucrecia, ídem del Trovador y el dúo de Favorita con él; mañana pasaremos juntos estas piezas. Según se porta conmigo parece un hermano. [1] […]

La carta es excesivamente larga para reproducirla en su totalidad ya que da minuciosas y detalladas explicaciones sobre las incidencias de un tedioso viaje en tren, del desastre de su primer hotel, de los lujos del segundo, de la carestía de la vida, de sus movimientos y contactos en la ciudad, pero lo que de verdad importa es que deja meridianamente claro que ésta fue su primera salida de España, su primer contacto con la Ciudad de la Luz y sus no tan idílicos comienzos.

 

 

 

[1] Correspondencia de Elena Sanz con su hermana Dolores Sanz. Archivo particular de Dª Marina Hernández Bañares, biznieta segunda de Elena Sanz.

© Miren Urgoiti